¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?

Dilema de muchos...
Dilema de muchos...

 

   Reciéntemente, hace pocos días, escuché la noticia por una radioemisora: "Nueve egresados que se aprestaban a jurar en la Corte para convertirse en flamantes abogados, no tenían los estudios necesarios". Es decir, no cumplían con las exigencias mínimas que se requieren para que un ciudadano chileno pueda acceder a la colegiatura de Jurista.

 

   Al oír esa información surge de inmediato la duda: ¿serán todos los que están, los que tienen que ser? Es posible que usted, si también se enteró de la noticia, se haya planateado la misma interrogante. No obstante, yo me pregunto: ¿quién ha sido el primero en esta profesión? ¿Cómo conseguiría su diploma si no había otro antes que él? ¿Acaso el disponer de un "cartón" basta para acreditarse? Al respecto y producto de mis reflexiones recordé de improviso aquella ocasión en que, leyendo acerca de la biografía de Henry Ford (fundador de la gran industria automotriz), señalaba que este señor, con suerte aprendió a leer y escribir, lo cual no le restó posibilidades para llevar adelante sus ideas y proyectos, incluída la fundación de su propia empresa, que con los años se convertiría en una de las organizaciones más exitosa de la industria autmotriz norteamericana. Pero como la envidia está inserta en todos los rincones de este mundo algunos, que no soportaron verle crecer como persona y como profesional, atacándolo, precisamente, en un Tribunal. Y es aquí donde quedó demostrado que la inteligencia no se compra, ni se obtiene en una universidad como algunos sostienen. El señor Ford, practicamente ridiculizo a sus detractores, demostrándole que para ser culto no es necesario estar metido en una sala de clases por más de cinco años; a él le bastó con su inteligencia y las habilidades respectivas para abrirse paso entre muchos "letrados" de su época.

 

   Existen muchos ejemplos más, similares al de Henry Ford. Antiguamente, quien tomaba la iniciativa y desarrollaba una idea, en la medida que fuera constante y persistente, habitualmente conseguía sus objetivos. En este punto, permítame una pregunta: ¿Qué opinión tiene usted acerca de Albert Einstein? Como bien recordará este señor, es muy conocido como un gran científico y mejor aún: el fundador de la famosa Teoría de la Relatividad. Su aguda inteligencia le permitió adelantarse a su época, a pesar de no poseer los estudios "necesarios", ni haber colgado en su oficina privada un diploma que le acreditase como científico. Esa "limitación" tampoco le impidió, tiempo después, ser reconocido como el más destacado científico de la historia (esto último, hoy en día, está en tela de juicio por cuanto se especula que Stephen Hawking es el sucesor de Einstein).

 

   Volviendo a nuestra realidad, cabe preguntarse si esas nueve personas hoy cuestionadas por la sociedad, incluso puede que se les tache de sinverguenzas o algo más "fuerte", tengan las competencias necesarias para desempeñar esa profesión. Como trabajé por más de diez años en unos de los departamentos de apoyo de la Corte Suprema, puedo hablar con propiedad respecto de quienes aparecían de pronto esgrimiendo títulos: si se comparaban sus conocimientos con algunos "tinterillos", estos últimos generalmente resultaban victoriosos. Algunos malos hablados sostenían que unos pocos privilegiados habían conseguido el diplomado de manera "extraña". Al final todo no era más que especulaciones respecto de lo que a algunos no les parecía correcto o en su propio lenguaje, no era una vía legal. Algunos quizás opinen que para cumplir con los requisitos que le exige la sociedad a un buen profesional le sea necesario exhibir diplomas, pero a quienes les es más importante la vocación y la entrega, les baste con algo de inteligencia, habilidad en su tema, capacidad profesional y un buen "pituto". Dígame sino, que en en la actualidad los "top ten" de los diplomados si no cuentan con un "padrino" que les avale, en muchos casos terminan trabajando de taxistas (con todo respeto por estos abnegados trabajadores), aunque hayan sido los primeros de su promoción. Y en el otro extremo, esos pocos que se pelean, codo a codo, un puesto, pero sin poseer los "estudios" requeridos, a la hora de demostrar sus cualidades y conocimientos, dejan boquiabiertos a catedráticos y presidentes; sin embargo, como no pudieron costearse una carrera universitaria, ni tampoco tienen "pitutos" son desplazados por diplomados y titulados, conformándose algunos a sólo mirar desde la vereda de enfrente. ¿No le parece injusto que la torta se reparta de esta forma?

 

   ¡Ha! Y por si se ha olvidado de la pregunta original que nos convoca en esta lectura, aún persiste la duda: ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?

 

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Thaddeus (domingo, 22 julio 2012 13:45)

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