Qué nos motiva o por qué evitamos algo

 

¿Te ha ocurrido, alguna vez, que aún sabiendo que tenías que hacer algo sistemáticamente lo dejabas para después? O ¿A pesar de haber tenido una jornada muy dura y sentirte demasiado cansado, finalmente ibas y realizabas eso que tanto te gusta? Algunas personas han declarado que la mayor parte del tiempo se las arregla para ejecutar algo, siendo conscientes de que ello reviste algún peligro. Y muchos otros individuos, no sin algo de inquietud, nos cuentan que aún teniendo muchos deseos de realizar una actividad la evitaban sin explicárselo.

 

            Situaciones como las descritas es más común de lo que se pudiera creer. Imagina la siguiente situación: dos amigos tienen en mente llevar a cabo un proyecto. Uno de ellos está a punto de recibir un dinero (“Sigifredo”) que se le debe y ha pensado en abandonar el empleo actual para iniciar su propio negocio. El otro personaje (“Norberto”) ha pesar de su dilatada experiencia profesional (quizás debido a su edad), no logra ubicarse en un puesto que le permita obtener los ingresos que necesita urgentemente. Ambos amigos se conocen toda una vida y los dos ya han pasado la barrera del medio siglo de edad. Se produce el hecho que se venía arrastrando durante algunos años: Sigifredo recibe lo que esperaba y renuncia a su puesto de trabajo. Rápidamente se lo comunica a Norberto anunciándole que se prepare pues “el proyecto va” y después de dejar resueltas algunas situaciones de fuerza mayor espera reunirse con su amigo. Pero hay algo que no resultó de acuerdo a las expectativas de Sigifredo: la suma de dinero que obtuvo era menor a la que había imaginado. No obstante, por alguna razón se lo guarda para sí y no se lo transmite a Norberto. Éste, por su lado, esperanzado ante la posibilidad de ver resueltos sus acumulados problemas económicos se pone a trabajar de inmediato en la preparación de informaciones que cree les será útil a ambos amigos en el comentado proyecto conjunto.

           

            ¿Qué está sucediendo a cada uno de los protagonistas de esta historia? Ambos tienen la intención de colaborar mutuamente en el emprendimiento, pero uno de ellos está más desesperado que el otro para que el emprendimiento comience lo antes posible. El otro personaje, como no es adivino, probablemente no se da cuenta de lo abrumado que se encuentra su potencial “partner” de negocios y poco a poco va dilatando el “vamos” y la espera se extiende por largo tiempo. ¿Ya sabes quién actúa de una manera y quién del otro modo?

 

            Lo que posiblemente esté ocurriendo a estos dos amigos es lo que a todos los humanos nos sucede a lo largo de su existencia. Cada vez que una situación nos pueda reportar un mal rato probable, la mayoría lo evitará a como de lugar; mientras que otros enfrentarán el desafío sin darle más vueltas al asunto porque es su “manera de ser”. Dicho de otra forma, unos se alejan del potencial dolor o sufrimiento que intuyen les provocará enfrentarse a los hechos y otros individuos se aproximarán velozmente a resolver todo porque les apasiona la idea de hacer frente a un nuevo desafío. Es lo que en PNL (Programación Neuro Lingüística) se conoce como “Dirección de la Motivación”. Dependiendo de la situación hay quienes “tienden hacia…” obtener placer, alcanzar la felicidad, gozar con los resultados, Etc. Y muchas otras personas, la mayoría, “se alejan de…” el dolor, que piensan podrán experimentar; el sufrimiento, que quieren evitar; protegerse de las temidas consecuencias, etcétera. Algo que hay que recordar es que estos procesos de la mente humana frecuentemente son inconscientes; es decir, no nos damos cuenta de que están sucediendo.

 

            Por otro lado, las posibilidades de que le ocurran a cualquiera no están vedadas para nadie. Si tienes un pariente, digamos un hijo, y éste se motiva por la alternativa de “evitar el sufrimiento” no te servirá de mucho ofrecerle recompensas para que saque adelante sus estudios ofreciéndole, por ejemplo, un viaje a Cancún. Con este tipo de persona no te dará resultados una iniciativa basada en compensaciones. Por otra parte, si tuvieras una hija que “tiende hacia” muchas cosas que a ti te ponen los nervios de punta como, por ejemplo, divertirse en parapente o practicar paracaidismo o navegar en balsa por las torrentosas aguas de los ríos del sur de Chile, tampoco te será de utilidad que le describas innumerables razones de los peligros que encierran tales aventuras. Esa niña hará caso omiso de tus advertencias. ¿Por qué? Sencillamente porque la mayoría de quienes practican ese tipo de pasatiempos o deportes son de naturaleza “desafiante”, o sea, se motivan preferentemente por los desafíos, buscan la adrenalina, van hacia adelante sin medir las consecuencias.

 

            Esto también sucede en el ámbito laboral. Cuando una empresa ha de contratar personal para determinados puestos de trabajo; supongamos, limpiar los ventanales de un edificio en altura. ¿A qué tipo de personas contratarías tú? Y ¿si se tratase de un puesto para tripulante de una línea aérea? Exactamente, en el primer caso será muy difícil que te de resultado un individuo cuya motivación esté orientada por “evitar” los riesgos; y en el caso de volar en aviones la apuesta estará enfocada en postulantes cuya entrevista determine que es propenso a los desafíos, es decir, le motiva todo lo que pueda representar un desafío lleno de riesgos.

 

            Esta es la explicación al porqué nos comportamos como lo hacemos, lo cual no significa que clasificar en una u otra categoría nos haga malas o buenas personas. Simplemente somos diferentes y nos motivan o nos decepcionan cosas distintas. Los dos amigos de nuestro ejemplo, pueden y deben seguir siendo amigos pues no hay nada de malo en ninguna actuación de cada uno. Se trata solamente de formas de motivación para decidirse a ejecutar una acción, dejar de hacerla o evitarla de cualquier forma. En lo que sí estamos todos de acuerdo es en comunicarse mutuamente; decirse la verdad. De esta forma cada cual sabrá a qué atenerse, si continuar esperando o dedicarse a otra cosa o buscar acuerdos que les beneficie a ambos en el tiempo. Alguien que tiene pocas opciones o ninguna estará más dispuesto a jugársela por una alternativa prometedora; y el otro puede que se esté asegurando la permanencia a su lado de un fiel defensor de sus intereses.

 

            Para terminar, ¿Crees que ambos tipos de personas pueden convivir gratamente? Por supuesto; de todas maneras. La clave está en la comunicación. Si conoces alguien así conversa con esa persona; trata de indagar qué le motiva o que le provoca rechazo. También vale la pena conocernos a nosotros mismos; nos permite relacionarnos de mejor forma con nuestros semejantes.

 

Hasta la próxima,

 

Eduardo Brizuela A.

 

Escribir comentario

Comentarios: 0